24 sept 2007

INFORMEDH Nº1 - Haciendo memoria.


Haciendo memoria


Es nuestra inquietud rescatar algunos de estos temas para refrescar nuestra memoria, nos sorprenderá relacionarlo con nuestro presente. En algunas ediciones los iremos incluyendo.
  
DOCUMENTO DE FUNDACION DEL MEDH

SI CRISTO CON NOSOTROS 
QUIEN CONTRA NOSOTROS

I. Introducción

Miembros de diversas iglesias reunidos el 27 de febrero de 1976 laicos, sacerdotes, pastores, acompañados por obispos de diversas comunidades cristianas, se convocaron para reflexionar en común ante la avalancha de crímenes y atentados, de diverso signo, que afectan prácticamente a todos los sectores de 1a vida nacional.

Como primera respuesta a esta situación, se vio la necesidad de constituir algún tipo de cauce a los anhelos de justicia que, desde el mismo seno de las comunidades creyentes, brotan como imperativo inexcusable para contribuir con nuestro aporte, junto al de tantos hombres y mujeres patriotas, a evitar la repetición de estos lamentables episodios. Con el mismo espíritu se coincidieron en canalizar nuestra solidaridad con todos los seres humanos que de una u otra forma fueron vejados en su condición de persona, manifestando nuestro deseo de colocarnos siempre al lado de los que están sufriendo. Queda claro, que esta acción motorizada por la caridad, no reconoce otra motivación que no fuera el sagrado deber de todo cristiano de velar por su prójimo y por los derechos fundamentales de la persona, creada a imagen y semejanza de Dios. Realidad, ésta, que supera cualquier tipo de connotación ideológica, política, económica, social o creencia religiosa.

De ahí que los presentes, entendiendo interpretar a la inmensa mayoría de nuestros hermanos en la fe, y que lo arriba expuesto se encuentra profundamente centrado en las orientaciones pastorales de las iglesias, y está íntimamente enraizado en el mensaje evangélico, se decidió constituirse como núcleo inicial de un:


"MOVIMIENTO ECUMENICO POR LOS DERECHOS HUMANOS" (MEDH)

II. Fundamentación bíblica teológica

1. La vivencia de la Fe en Cristo desde hace muchos siglos da a la Iglesia un cúmulo de experiencias sobre situaciones difíciles donde la presencia de la represión, tortura y el crimen se hacen sentir con rigor. El quebrantamiento de todos aquellos que de una u otra manera trabajan por la justicia, padecen persecución e incluso la muerte, genera una situación humano‑histórico concreta que debe ser asumida por una pastoral profética por parte de la Iglesia, marchando junto con todos los hombres, grupos e instituciones que luchan por el respeto de la persona humana en nuestro país.

La fe cristiana no es neutra ni indiferente con lo que ocurre en nuestra patria. Jesús dice claramente: "Yo he venido a sanar a los quebrantados de corazón". Él es el "varón de dolores, experimentado en quebrantos"; no solo viene a sanar a los quebrantados sino que El mismo experimenta, El mismo es objeto de represión y muerte por aquellos que se oponen a la vida misma. El Evangelio está del lado del quebrantado por causa de la justicia, es decir de los pueblos que claman justicia para llegar a niveles elementales de vida, y que le son cuidadosamente obstruidos sus caminos para lograrlo.

2. La situación del país genera el quebrantamiento de un sector bastante importante del pueblo, que afecta a toda la vida nacional, y que debe ser asumida, con la seriedad que esto requiere, por todos y también por los creyentes. El pueblo argentino exige que se instrumenten formas democráticas para lograr afanosamente una salida a la situación, como expresión inagotable en su búsqueda por la vida. El pueblo argentino no esta derrotado. Cristo le garantiza vida para ser artífice de su propia liberación. La Iglesia juega su fidelidad al asumir correctamente a los huérfanos, viudas, presos, perseguidos, desaparecidos, que suman ya un número considerable en nuestro país. El Evangelio señala que no debemos olvidarnos del "huérfano y de la viuda" que debemos preocuparnos por los presos y mucho más de aquellos que son científicamente torturados. El Evangelio asume a través de aquellos que son fieles al Señor, las consecuencias humanas de las víctimas del terrorismo político, económico y de la represión indiscriminada.

3. La tarea humana: La tarea de contemplar el aspecto humano para sanar “ a  los quebrantados de corazón" es un nivel elemental que asume la Iglesia en tanto fiel, santa, solidaria, manifestadora del amor de Dios en Cristo, manifestadora del amor al prójimo.

Brindar un "ambiente humano elemental" es una de las tareas más importantes. Ante la destrucción de la vida nos señala que es este nivel el más elemental para posibilitarla. Esta dimensión elementalísima de la tarea no puede, por consiguiente ser empañada por incomprensiones, sectarismos o por cualquier otro motivo. Debe llevarse adelante con firmeza, la firmeza que el propio Jesús nos exige.

Dios nos promete que nos acompaña en el «valle de sombra y muerte», esto queda claro en el Salmo 23. Él nos inspira confianza en los momentos más sombríos para la vida. Es además el primer nivel para socorrer a aquellos que son quebrantados. Aquí la tarea pastoral cobra una dimensión importante.

4. La tarea de servicio: “yo he venido a servir y no a ser servido” les dijo Jesús a sus discípulos, servir al quebrantado, cobra otra dimensión de la tarea para neutralizar en parte la destrucción de la vida que produce esta acción nefasta del Anticristo. La tarea de servicio que hay que asumir para enfrentar responsablemente la defensa de los derechos más elementales del hombre es vasta, difícil profunda; y requiere por lo tanto una disponibilidad de todos los recursos de la Iglesia y del pueblo argentino. Para ello la tarea y organización se torna importante, ya que el volumen de trabajo es muy elevado.

5. La función profética: Evidentemente la tarea de la Iglesia para hacer frente al "costo del quebrantamiento", debe asumir la dimensión profética señalando con toda claridad las causas que generan o dan lugar a ese quebrantamiento. La denuncia de la injusticia, de la mentira, del engaño y de toda forma de violación a los derechos fundamentales del hombre, debe realizarse con valentía, prudencia y espíritu constructivo.

La dimensión profética penetra hasta lo más profundo del problema argentino, lo desmenuza, lo descubre, saca a la luz la verdad, y señala prospectivamente una salida. Así lo hicieron los antiguos profetas como Amós: "oid esto, los que explotáis a los menesterosos y arruináis a los pobres de la tierra, y cambiaré vuestras fiestas en lloro, y todos vuestros cantares en lamentaciones, y haré poner todo lomo y que se rape toda cabeza y la volveré como en llanto de unigénito y su postrimería como día amargo" (Amós 8, 4 y 10) y como Isaías: "Príncipes de Sodoma, oid la palabra de Jehová, escuchad la ley de nuestro Dios, pueblo de Gomorra", si no quisiereis y fuereis rebeldes seréis consumidos a espada; porque la boca de Jehová lo ha dicho" (Isaías 1, 10 ‑ 20) y como Jesús: "Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria" (Mt. 25,3 l). ''Levantaos, vamos, ved, se acerca el que me entrega." (Mateo 26, 46), exaltar a los humildes y humillar a los poderosos (cf. Lc.1,50‑5 l). Para una mayor profundidad estas citas bíblicas deben leerse en su totalidad.

6. Nuestra actitud de reprobación a las violaciones de los derechos humanos, derechos fundamentales del hombre, no nos excusa de asumir nuestra cuota de responsabilidad a causa de nuestras omisiones en la defensa permanente de los derechos de la persona. Por eso suplicamos: "Ten piedad de nosotros pecadores" (Luc. 18,13).

7. Invitamos a todos nuestros hermanos a unirse a nosotros en nuestras oraciones por estas intenciones y sumar sus esfuerzos por estas finalidades.

8. Nos dirigimos finalmente a los que tienen en razón de sus cargos la mayor parte de responsabilidad instándolos a que pongan todas sus energías con palabras y con hechos a favor de la defensa y afirmación de los derechos humanos, tanto en lo judicial como en lo legal y económico‑social.

III. La situación nacional y nuestra respuesta:

Desde hace ya un tiempo penosamente largo, la población argentina ha experimentado de asombro en asombro, una avalancha de crímenes y todo tipo de violencia, sin que nada ni nadie pareciera poder ponerle término.

Frente a este panorama, los sucesivos cambios de autoridades si bien dejaron entrever una tenue luz de esperanza que el pueblo asumió con su ya probada paciencia, la confianza pareciera quebrarse. Afortunadamente voces provenientes de diferentes sectores pero incontestables se han alzado para gritar: ¡Basta de crímenes! ¡Ni una muerte más entre argentinos!

No queremos hacer hincapié en ninguno de estos hechos en particular, porque nos situamos a nivel estricto de la defensa de los valores fundamentales de la persona. Por ello compartimos la reciente declaración del Episcopado Nacional cuando advierte que "todos los días la crónica periodística nos trae la noticia de otras tantas muertes sobre las cuales el tiempo pasa, y nunca se sabe como ocurrieron, quién o quiénes son los responsables". Los obispos, la gente, los creyentes se hacen muchas preguntas que exigen una respuesta inmediata de parte de quienes tengan algo que decir y hacer al respecto. Pero hay una pregunta que merece ser especialmente escuchada: "¿Qué garantías, qué derechos le quedan al ciudadano común?" (CEA).

Su respuesta tiene diferentes grados de responsabilidades, pero su efectiva concreción exige que todos busquemos la justicia poniéndola al servicio de la paz, y la paz al servicio de la justicia. ¿No habrá llegado la hora de tensar todas las fuerzas cívicas y morales de la Nación para recuperar el Estado de derecho como corresponde a una sociedad civilizada?. ¿0 es que se prefiere dejarnos arrastrar hacia el caos o la lucha fratricida por quienes alientan los odios y el desprecio por el hombre, su dignidad y sus derechos?

Nuestra respuesta se define por la necesidad de convocar a todos a trabajar, y antes que sea demasiado tarde, a un porvenir de paz, progreso, de libertad y de fraterna convivencia y sin lo cual las inmensas riquezas materiales y espirituales creadas cotidianamente por las manos y las mentes de millones de hombres y mujeres de nuestra patria, nos serán arrebatadas para nosotros y para nuestros hijos.

En consecuencia todos aquellos que crean en el triunfo de las voluntades mayoritarias que anhelan un mundo de Justicia sobre la base del respeto a los Derechos Humanos tienen lugar de honor en este Movimiento Ecuménico que nos invita a :


ORAR por la unidad y la pacificación.


ACTUAR SOLIDARIAMENTE con quienes sufran la negación a sus derechos fundamentales.



MANIFESTAR PROFÉTICAMENTE en favor de la defensa de los derechos humanos y en denunciar sus violaciones
Buenos Aires, 9 de julio de 1976